Este es el caótico aspecto que presenta la parte antigua de Delhi. |
El desayuno es de tipo buffet y la mayoría de las cosas son de estilo indio, así que además de las clásicas tostadas y el café, que es soluble, me cojo algo de pollo rebozado al estilo Kentucky y uno de los guisos que hay en las bandejas, que no tengo ni idea de qué estará hecho, pero pica lo suyo.
Cada mañana preparan también huevos y tortillas de mil maneras, así que me elijo una tortilla masala, por aquello de ir integrándome cuanto antes en la gastronomía del país, y claro, también pica lo que no está escrito. Creo que vamos a tener que ir acostumbrando nuestro paladar a marchas forzadas, pero bueno, picores aparte, está todo muy rico.
Salimos
del hotel a las diez en punto y justo entonces llegaba Hanu con su Toyota. Tal sincronismo me hizo pensar que los indios pudiesen haber heredado el don de la puntualidad debido a los años de influencia británica, pero nada más lejos de la realidad, pronto me daré cuenta de que esto había sido sólo un espejismo.
El
calor en la calle es sofocante, y nuestra primera visita es la Puerta de la India , un monumento a los
caídos que poco tiene que ver con el pórtico del
mismo nombre que semanas más tarde veremos en Bombay.
Puerta de la India, Nueva Delhi. |
Mientras
merodeamos por la Puerta de la India, en seguida nos
damos cuenta de que, al igual que nos pasó en China, somos una atracción para
los nativos, sobretodo Mayka con su larga cabellera rubia y rizada, y la gente
deja de hacer fotos al pórtico para empezar a hacérnoslas a nosotros. Algunos,
más educados nos piden que posemos o se hacen selfies con nosotros, otros
directamente nos lanzan las fotos en plan furtivo creyendo que no nos damos
cuenta. Esto ya va a ser la tónica habitual durante todo el viaje, igual que
las miradas fijas de los indios sobre Mayka, que al principio incomodan pero hay
que acostumbrarse, no queda otra.
Con unas "admiradoras" locales en la Puerta de la India. |
Una de los lugares más interesantes en esta parte de la ciudad es la Mezquita de Jama Masjid, también conocida como Mezquita del Viernes, que presume de ser la más grande de toda la India y, al estar construida sobre una pequeña colina, puede ser divisada con facilidad desde muchos puntos de la zona.
Para
entrar a la mezquita ,
como en todos los templos, hay que descalzarse y vestir de forma decorosa, por eso nos prestan un par de pañuelos
con los que cubrirnos, pues a Mayka se le veían los brazos y yo llevo
pantalones cortos (¡Qué osadía la nuestra en una ciudad a 40 grados!). La entrada
de los dos con cámara de fotos son 300 rupias, a lo que habrá que sumar los 20
que le damos al cuidador de zapatos.
Así lucía Mayka con su nuevo atuendo en Jama Masjid, la mezquita más importante de Delhi. |
Durante la visita, quizá lo que más nos impresionó de esta mezquita no fue la magnificencia de su arquitectura, fruto de una mezcla de los estilos mogol e hindú, sino algo mucho más mundano: la gran cantidad de hombres que había acostados en su interior, la mayoría durmiendo, otros simplemente viendo pasar las horas sin más, hasta el punto de que para caminar por su interior, tenías que ir con mucho cuidado para no pisar a nadie, pues en algunas partes apenas quedaba hueco para pasar.
En la puerta de Jama Masjid, hay un montón de conductores de rickshaw a la caza de clientes. Sin dudarlo, nos subimos en uno de ellos para que nos de una vuelta por las intrincadas callejuelas de Old Delhi. 150 rupias por cabeza por media hora de paseo (poco más de dos euros), aunque estamos seguros de que se podría sacar por mucho menos, en la India todo es cuestión de negociar y el precio final de las cosas depende en gran medida de las ganas que tengas de estar regateando por unas rupias bajo un sol de justicia.
El conductor, como
no podía ser de otra forma, trata de llevarnos a la tienda de sus amigos para
que compremos algo pero, amablemente, declinamos la oferta y no nos insiste
más, así que proseguimos la marcha y poco a poco vamos recorriendo los diferentes mercadillos de la zona antigua.
Dos hombres regatean en un mercadillo de Delhi. |
[ LLUVIA ] Por lo visto, la lluvia en esta época del año es bastante habitual y todos los
días hace acto de presencia aunque sea sólo por unos minutos. Los indios ni se
inmutan, siguen caminando por las calles como si nada y los niños brincan y
danzan alegremente bajo la lluvia para
refrescarse.
Entre
unas cosas y otras, casi sin darnos cuenta, se nos han hecho las tres de la tarde, así que Hanu nos lleva a un
restaurante demasiado pijo para nuestro gusto, pero que tiene muy buena pinta, el nombre no consigo recordarlo. Los clientes son en su mayoría extranjeros y también hay algunos indios de clase alta, nada que ver con los que habíamos visto durmiendo en la mezquita.
En
la carta de este restaurante tienen muchos platos occidentales, pero esta parte nos la saltamos, vamos directamente a la
sección de comida india y nos centramos en los platos vegetarianos, pues antes de
venir habíamos escuchado que en la
India tienen una gran variedad de especialidades vegetarianas
y la gente habla muy bien de ellas. Así pues, después de repasar la amplia
lista y, sin saber muy bien por qué platos decidirnos, pedimos dos al azar y
un par de raciones de naan (el pan de los indios), uno con ajo (garlic naan) y otro con
mantequilla (butter naan).
Un par de especialidades indias vegetarianas con un naan en primer plano. |
Con
el regusto del curry aún en nuestro paladar, hemos ido a ver el memorial de Mahatma
Gandhi que, a pesar de tener mucho significado para los indios, hemos de confesar que a nosotros no nos ha parecido nada especial. Nuestra recomendación es que, a no ser que vayas sobrado
de tiempo o que seas un ferviente admirador de Gandhi, se trata de una visita que te puedes ahorrar.
Nuestra siguiente parada fue la Casa de Adoración Baha'i, comúnmente conocido como el Templo del Loto, un nombre que se ha ganado por su parecido con la flor del mismo nombre.
Se trata de un edificio moderno, terminado en 1986, que como buen templo bahainista, está abierto a todas las personas, sin importar su credo ni cualquier otra distinción. Su impresionante diseño exterior, muchas veces comparado con la Ópera de Sidney, contrasta con la austeridad del interior, pues en este tipo de templos no encontramos imágenes ni iconos de ningún tipo.
El Templo del Loto goza de gran popularidad entre los indios y siempre está abarrotado. Hemos tenido que hacer cola y pasar por el pertinente arco de seguridad para entrar en el recinto y, por su puesto, enseguida captamos la atención de los demás turistas que no han tardado en desviar sus objetivos y móviles hacía nosotros.
Para finalizar con sus servicios por hoy, nuestro chófer nos ha llevado a Qutab Minar, que es el minarete de ladrillos más alto del mundo, con una altura total de 72 metros y medio y que fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993.
De vuelta al hotel paramos en uno de los muchos puestos callejeros que inundan Nueva Delhi y compramos algo de fruta; varios mangos, plátanos y peras, todo por 90 rupias. Esa iba a ser nuestra cena, así que después de dejarlo todo en el frigorífico de nuestra habitación, salimos a dar un paseo a pie.
[ FRUTA ] La fruta en la India es muy barata y muy fácil de adquirir, pues en todas partes hay puestos callejeros de venta de fruta. Los mangos en especial son altamente recomendables, sobretodo en la zona del Rajastán, donde nos parecieron sencillamente exquisitos.
Se trata de un edificio moderno, terminado en 1986, que como buen templo bahainista, está abierto a todas las personas, sin importar su credo ni cualquier otra distinción. Su impresionante diseño exterior, muchas veces comparado con la Ópera de Sidney, contrasta con la austeridad del interior, pues en este tipo de templos no encontramos imágenes ni iconos de ningún tipo.
Decenas de turistas indios se dirigen hacia el edificio principal del Templo del Loto. |
Para finalizar con sus servicios por hoy, nuestro chófer nos ha llevado a Qutab Minar, que es el minarete de ladrillos más alto del mundo, con una altura total de 72 metros y medio y que fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993.
De vuelta al hotel paramos en uno de los muchos puestos callejeros que inundan Nueva Delhi y compramos algo de fruta; varios mangos, plátanos y peras, todo por 90 rupias. Esa iba a ser nuestra cena, así que después de dejarlo todo en el frigorífico de nuestra habitación, salimos a dar un paseo a pie.
[ FRUTA ] La fruta en la India es muy barata y muy fácil de adquirir, pues en todas partes hay puestos callejeros de venta de fruta. Los mangos en especial son altamente recomendables, sobretodo en la zona del Rajastán, donde nos parecieron sencillamente exquisitos.
Lo
cierto es que las inmediaciones del Avalon no son especialmente bonitas, aunque
sí que dan una buena medida de lo que es la India ; calles embarradas, sin asfaltar y con enormes charcos debidos a la
reciente lluvia, puestos callejeros, vacas, basura, mucha basura, que además
sirve de pasto para los rumiantes y todo esto aderezado con el "agradable" concierto de música de viento con que nos obsequian las motos y los tuctuc que
pasan rozándonos con total normalidad.
Una de las calles cercanas a nuestro hotel en Nueva Delhi. |
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Más artículos sobre la India: AQUÍ.
hola! me gustaria saber como os habeis movido por la india,
ResponderEliminarEn transporte público o privado?
gracias
Un poco de todo. Para la primera parte del viaje, que fue toda la zona del Rajastán, contratamos un chófer que nos acompañó durante un par de semanas. Puedes encontrar muchos chóferes de este estilo que se ofrecen a través de las redes sociales, sobre todo en Facebook. Y la segunda parte ya cogimos trenes y avión hasta llegar a Mumbay, donde nos desplazamos siempre en taxis y tuktuk.
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